lunes, 24 de mayo de 2010

Se pierden los primeros goles… pero al fin llegan

Sigue el caos para poder llegar al TSM

Nota publicada el 16 de mayo en El Siglo de Torreón

El sol que pega de frente. El viento que no sopla. Las nubes que no ayudan. El aire acondicionado dejó de funcionar y en muy mala hora. Un poco de humo empieza a salir del cofre y el coche empieza a matarse. Es momento de apagar el motor, porque la fila de autos no parece tener fin. Lo bueno que apenas son las 5:00, hay tiempo para llegar al estadio.
Pero ni el de Arce, ni el primero del “Guti”, ni el de Darwin. Los cientos de aficionados que no alcanzaron a llegar al inicio del partido se perdieron los primeros 3 goles que Santos le metió ayer a Morelia. Y tampoco vieron el único que logró el visitante la tarde de ayer, en que el marcador favoreció a los de casa por 7 a 1.
Y es que en medio del solazo y una temperatura que rebasaba fácil los 35, pero que se sentía superior a los 40 grados, una interminable fila de autos luchaba por llegar al Territorio Santos Modelo (TSM), iniciando desde el Sistema Vial Centenario y hasta las puertas del nuevo estadio que verá por primera vez una final.
Una camioneta, un auto compacto, otros coches no tan nuevos, fueron algunos de los que se quedaron a medio camino por sobrecalentamiento de sus motores. No faltó quien optara por mal estacionar su “mueble” a un lado de la carretera y mejor seguirle a pie hasta el estadio. A como diera lugar llegar.
Quienes continuaron desde su auto y sí traían aire acondicionado, mejor le bajaron a la ventanilla porque ya era mucho tiempo y la gasolina no se daría abasto, a juzgar por el puente de la Ibero que se veía atiborrado y sin prosperar. Los que se vieron más listos, agarraron por la lateral de abajo y a pesar del semáforo avanzaron más rápido.
A vuelta de rueda, pero ya se alcanzaba a ver la casa de los Guerreros. Y las edecanes por doquier y sin parar de bailar, como si no sintieran el sol y el calor que venía afligiendo a los conductores.
“Ya no hay allá”, indicaban los cuidacoches para que los automovilistas se decidieran a estacionarse de una vez. Cansados y crédulos algunos accedían, pero mucho más continuaban el calvario con la idea de encontrar un lugar mejor, más seguro y más cercano para dejar su carro.
De pronto los claxon alertaron del primer gol. Unos eufóricos, los otros enojados por perderse la anotación. “¿De quién fue?”, preguntó uno desde su camioneta. “De Arce”, le contestó otro desde su coche.
Ya muy cerca del nuevo Corona se escuchó un lamento generalizado. Era el empate, el único gol de los Monarcas, vía Luis Gabriel Rey al minuto 5. Otra vez el coraje porque seguía la lucha por llegar, ahora en medio de peatones y vendedores ambulantes que se cruzaban como si fueran de hule.
Por fin un lugar para estacionarse, luego de pagar los respectivos 40 pesos. Ya sólo faltaba caminar o más bien correr hasta la entrada del estadio. Y en eso “¡goooooo!”, otra anotación y sin poder ingresar. Ya era el minuto 12, el marcador 3 a 1 y aunque se habían perdido 4 goles, bien valió la pena llegar, pues la cuenta apenas comenzaba.

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