viernes, 28 de mayo de 2010

PREMIO ESTATAL DE PERIODISMO 2010


Categoría Crónica Deportiva

La última vez del Corona...

Crónica publicada en El Siglo de Torreón, el lunes 12 de noviembre de 2009

El último tiro de esquina... el último amonestado... el último gol... el último empate... el último lonche y la última "cheve" del Corona... todo fue la última vez para el estadio que hasta anoche fue la casa del Santos.
La afición lagunera no podía faltar a la cita final con el Coloso de Las Carolinas, que por última vez lució un lleno espectacular, como de liguilla, en un ambiente más allá de la tristeza por el adiós, de mucha alegría al recordar los tres campeonatos obtenidos en su cancha y todos los buenos momentos vividos en sus casi 40 años.

El nombre de Matías Vuoso pasará a la historia por meter el último gol en el Corona y por cobrar el último tiro de esquina en la portería sur. Por última ocasión la afición gritó gol y lo festejó como si ya no fuera a haber más, pese a que aún faltaban 24 minutos para el silbatazo final.

Fue la última vez que La Komún cantó sus himnos verdiblancos. Que la Tribu bailó y saltó al ritmo de sus tambores. Que el Guerrero persiguió a la Guerrera a lo largo de la cancha. Que la ola recorrió las gradas de Sombra Norte, pasando por Sol y Sombra Sur, hasta llegar a Plateas.

La última vez que los rayos del sol calaron con toda su intensidad (pese a la temperatura fría que se ha dejado sentir en La Laguna) en el graderío. La última vez que el Corona vio la luz del día en un encuentro de Primera División. La última vez que se hizo de noche todavía con aficionados en su interior.

Iván "Guti" Estrada fue el último amonestado del equipo local, mientras que Francisco Palencia el último por los visitantes, los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Sergio Bueno recorría por última vez el área técnica nervioso, mientras que Ricardo "Tuca" Ferreti hacía su último berrinche en el Corona por una decisión arbitral.

Oswaldo Sánchez recibió el último gol en contra al minuto 10 por parte de Pablo Barrera y despejó su último balón al 82. Por su parte, "More" Mosqueda fue el último cambio del equipo santista y fue el último que tuvo oportunidad de anidar la pelota en el arco rival al minuto 88.

También fue la última ocasión que el sonido local pedía no arrojar objetos a la cancha para evitar el veto, porque era la última vez que desde su enrejado La Komún hacía de las suyas encendiendo bengalas previo al final del encuentro.

Igual sería la última vez que la afición gritaba "sí se puede", alentando a su equipo a meter un gol más y despedirse del estadio con un triunfo. El último "duro Santos, duro". El último "oeoeoeoe, oeee, oeee".

Fue la última vez que el inmueble santista era el foco de atención de toda La Laguna, luego de tantas liguillas y tres campeonatos. Por última vez se apagaron las luces de la llamada "Casa del Dolor Ajeno" para no encenderse nunca más. El Estadio Corona dijo adiós en medio del Cielito Lindo y las Golondrinas, en una imagen que quedará grabada en las más de 18 mil almas que fueron testigos de esta despedida, las mismas que cada 15 días copaban las gradas y que ahora podrán multiplicarse en el esperado Territorio Santos Modelo.

lunes, 24 de mayo de 2010

Campeón, aunque sin corona

Sufre la Comarca con la cardíaca final, especialmente con los penales

POR MIRIAM GONZÁLEZ GUTIÉRREZ
EL SIGLO DE TORREÓN

Y los locutores, lo saben, lo saben… y los periodistas, lo saben, lo saben… y los laguneros, lo saben, lo saben… pero los toluqueños más que nadie lo saben, lo saben… Santos es campeón… sin corona, pero campeón.
Al menos así lo siente la Comarca entera, que ayer vivió y sufrió cada uno de los momentos de la emocionante final entre Santos y Diablos.
En Monte Real, como en Valle Verde o Valle Oriente. En El Tajito, como en Jacarandas o Las Margaritas. En San Isidro, como en La Estrella o Nueva Los Ángeles. Igualmente que en El Campestre de Gómez o San Fernando de Lerdo.
En el centro, sur, oriente y poniente de La Laguna se coreó el “olé, olé, olé, olé… olé, olé”. Casi se podía tocar la corona, acariciarla, besarla… pero casi.
Aunque las calles vacías, las casas estaban repletas y muy atentas a cada jugada desde el primer minuto y hasta el 90. Se sabía que los tiempos extras serían difíciles, “la altura del Estado (de México) es un factor en contra”, pero había confianza. Ojalá “no se llegue a penales, porque ahí sí, quién sabe”.
El primer tiempo transcurrió, aparentemente, sin mayor contratiempo. El segundo afianzó la fe. El control total era de los albiverdes, “ya los traemos”.
El silbatazo que marcaba el inicio del primer tiempo extra aumentaba el ritmo cardíaco de cualquiera. “Otra cerveza pa’ los nervios”. Seguía el control, la confianza y la esperanza santista.
Santos nunca se descompuso y eso la afición guerrera lo notó. Y cómo obviarlo, una y otra vez el balón amenazaba la portería de Alfredo Talavera, no así la de Oswaldo Sánchez.
“Ya somos campeones, qué”, aseguraban por ahí en relación al slogan de la campaña final emprendida por la directiva santista “Yo ya me vi campeón, ¿y tú?”.
Pero llegaron los penales. Los tan temidos penales para cualquier compromiso de la Selección Mexicana. Y en La Laguna, con Santos, no es la excepción.
“Que lo falle, que lo falle”, empieza el corito para “Sinha”. El clamor encuentra eco, pues el jugador brasileño falla el primer penal con que empieza la tanda.
Ahora “gooool”, anticipándose al cobro de Juan Pablo Rodríguez, como una manera de mandarle las “buenas vibras” al primer guerrero que tiene que cobrar el penal. Lo falla, pero como Talavera se mueve antes de tiempo, tiene otra oportunidad para volver a cobrar y ahora sí no puede hacer nada y la pelota se anida “allá donde las arañas tejen su nido”.
Todos agarrados de la mano de ser posible, vuelven a mentalizarse en que Toluca falle nuevamente, pero esta vez Vladimir Marín es certero y Oswaldo sólo ve pasar el balón.
Ahora viene Ludueña, “el Hachita no las falla, ese gu… sí la va a meter”. Dicho y hecho, el número 10 albiverde celebra mesuradamente, todavía falta para sentirse completamente campeón.
“Que la falle, que la falle, que la falle”. Confían en el cántico recién “inventado” y la casa casi se viene abajo: Héctor Mancilla no está concentrado y Sánchez aunque apenas alcanza el balón, no deja que atraviese sus redes.
Se acaricia más que nunca la copa. Muchos ya se ven en el desfile del campeonato por el Independencia o por el Miguel Alemán.
Viene Jonathan, el uruguayo que apenas llegó al futbol mexicano en este torneo y está a punto de coronarse. Lacerda, tranquilo, la empuja hasta el fondo. El corazón late más fuerte que nunca.
Todo mundo saltando y gritando “Santos, Santos, Santos”, mientras Diego Novaretti se prepara para tirar la cuarta oportunidad del Toluca. Parece que los nervios le van a fallar, pero no, sí la mete.
Al que sí le fallan es al “Mati”, quien es uno de los que más confianza inspiran a la afición albiverde. “Vuoso, Vuoso”. Y Vuoso increíblemente la falla. No puede ser, pero bueno, hay ventaja de uno todavía, no hay que preocuparse del todo.
Llegan los Diablos por su quinto y último chance. Ya se ven perdidos. Y los Santos ya se ven campeones. Oswaldo no puede tapar el tiro de Martín Romagnoli, pero qué tiene.
Es la última de los Guerreros, la de Carlos María Morales, que es impensable que la falle. Pero la falla y ahora la esperanza es para los del Estado de México. La Laguna, minutos atrás eufórica, se queda impávida, silente, incrédula.
Otra tanda, pero ahora sí de muerte súbita. La fe se transforma en preocupación, que aumenta tras el primer cobro choricero, el de Édgar Dueñas, que para mala fortuna sólo ve pasar el arquero santista.
Viene el bueno, el del campeonato o el del sufrimiento. Fernando Arce, otra vez sereno, no puede con tanta presión y su nervioso cobro es tapado por Talavera. La Comarca se queda callada. El festejo ahora es en Toluca, aunque un tanto mesurado, “pero que ni celebren, saben que hay un campeón sin corona”.

Sienten lo que es amar a Dios en tierra de Santos

Con apenas seis meses de historia, el nuevo Corona vive su primera final

Nota publicada el 20 de mayo de 2010 en El Siglo de Torreón


TORREÓN, COAH.- La primera final cardíaca en el Territorio Santos Modelo. Al grito de “sí se puede, sí se puede”, el “Diablo” sintió lo que es amar a Dios en tierra de “Santos”.
Empate a dos, pero a la afición guerrera le sabe a triunfo luego de ver la entrega, la garra, el coraje y la pasión en cada toque, en cada pase, en cada intento.
El rugir del nuevo estadio caló dentro. Seis meses y ocho días pasaron para que el Corona fuera testigo de su primera final.
Todavía hay pedazos de plástico en algunos asientos. Todavía huele a nuevo en algunas zonas. Todavía no se acaban de acoplar los vendedores. Todavía se hacen largas filas a la entrada. Todo es tan nuevo aún, pero el nuevo Corona ya puede presumir de lo que muchos otros inmuebles se tardan años.
Y para una gran final, en especial la primera, todo impecable. El pasto, la iluminación, el servicio, la organización y, por supuesto, la afición.
No podía faltar el invitado especial: el gol, que en esta ocasión cayó cuatro veces. Pero el que pasa a la historia por ser el primero en la primera final, el remate de Darwin Quintero, en una extraordinaria jugada fabricada por Fernando Arce y José María Cárdenas. Y fue en la primera ocasión que tuvo la pelota Santos y en la primera que la metió.
Después de ese minuto 13, el ambiente se encendió. Apareció la primera ola y el primer “olé, olé, olé”. Los pañuelos blancos desde el principio ondearon sin parar, mientras la afición seguía de cerca cada movimiento de los Guerreros.
El primer abucheo de la noche se lo llevó Héctor Mancilla, en una falta sobre Oribe “el Cepillo” Peralta que no fue marcada por Marco Antonio Rodríguez. Mientras que la primera tarjeta amarilla del encuentro fue para José María Cruzalta, en artera entrada que no perdonó el árbitro.
Pero llegó el primer gol en contra, el de Diego Novaretti, después del tiro de esquina cobrado por Antonio Naelson “Sinha”.
Oswaldo Sánchez fue el protagonista del primer “paradón”, cuando detuvo el incontenible tiro de Mancilla al minuto 40.
Para la segunda parte vino el segundo gol en contra vía “Sinha”, pero posteriormente y luego de intentarlo una y otra vez, llegó el empate, con el que se cerró el primer capítulo de la primera final en el nuevo Estadio Corona.
Antes de que Marco Antonio Rodríguez pitara el final, expulsó al zaguero mexiquense Manuel de la Torre, luego de una fuerte entrada sobre Fernando Arce.
A tambor batiente, la afición verdiblanca despidió a sus Guerreros del terreno de juego, a sabiendas de que el compromiso del domingo no será fácil, pero con la convicción de que si juegan con la misma determinación el título del Torneo Bicentenario 2010 puede venirse a la Comarca.


Y el tráfico sigue igual
Todo impecable para la final, pero las vías de acceso al Territorio Santos Modelo (TSM) siguen sin darse abasto.
Media hora, 40 minutos y hasta una hora se tardaban en llegar los aficionados, desesperados primero por el calor y después porque la fila no avanzaba nada.
Ni por la carretera Torreón-San Pedro, ni por la lateral a la Universidad Iberoamericana, la única vía más despejada era la antigua carretera a San Pedro, pero de cualquier modo no se daba abasto ante la llegada de 30 mil aficionados. Eso sin contar los automóviles y camiones que no tenían como destino final el TSM.
A 25 minutos de que empezara la gran final, el Estadio Corona lucía apenas a la mitad de su capacidad. Hasta 10 minutos después de que pitó el árbitro, continuaba la llegada de los aficionados santistas.

Fría Santosmanía

Pocos laguneros salen a las calles a celebrar el pase a la final

Nota publicada el 16 de mayo en El Siglo de Torreón

Será que La Laguna tiene miedo. O será que ya se acostumbró a tener un equipo campeón. El punto es que muy pocos salieron a festejar el pase a la final. Y eso que el 7-1 (10-4 global) fue más que contundente. Y eso que se logró en casa.
No, la Santosmanía ya no es la misma. La Morelos, el Paseo de la Rosita y la Alameda no lucieron como en el Clausura 2008, cuando Santos derrotó a Monterrey y llegó a la final para imponerse al Cruz Azul y conseguir el tercer campeonato. El “Santos, Santos, Santos” recorría Torreón, Gómez y Lerdo, que a su paso se inundaban con los colores de casa. Hoy, una que otra bandera ondeaba de uno que otro auto que se atrevió a pitar.
Mucho menos se asemeja a los pases del Verano 2001 y del Invierno 1996, cuando se lograron la segunda y primera corona, respectivamente. Lo mismo chicos que grandes se reunían para entonar los cánticos guerreros, hacer sonar el tambor batiente, pintarse los rostros en verde y blanco. Hoy sólo en el Paseo de la Rosita, y eso sólo a la altura de la Central, se juntaron unos cuantos, más jóvenes que otros, y en medio de una penumbra obligada por la luz pública sin funcionar se acercaban a los autos para tratar de tambalearlos, sin que el intento causara mucho eco entre los presentes.
Esta celebración está tan distante como los 16 años que han transcurrido desde el primer pase a una final, en tiempos de Héctor Adomaitis, Antonio Apud o Richard Zambrano. “Duro Santos, duro, duro, Santos duro” se convirtió en algo así como un himno en aquella célebre temporada 93-94. Todo mundo quería hacer sentir su apoyo al equipo y empezaron las pintas a los carros, con leyendas como “Santos te quiero más que a mi vieja” o el simple “Santos campeón”. Ahora sigue la costumbre, pero por mucho en menor medida.
Y eso que ahora la celebración no es para menos. El equipo de casa está de nuevo en una final, apenas 2 años después de la última. Y con un pase histórico: un marcador global de 10 goles a 4. Pero la inseguridad se ha apoderado de las calles.
No faltó uno que otro optimista, que sacó su bandera verdiblanca, subió a su familia a la camioneta y empezó a sonar el claxon. Pero circulaba casi, casi en solitario.
Eso sí, por todos lados laguneros con su camiseta verdiblanca. Esa es la forma más sencilla y más común de apoyar.
¿Euforia? Sí, pero en el estadio. Afuera el festejo es más reservado. Tampoco es para menos. No han transcurrido ni 24 horas después de la tragedia en un antro de Torreón. Muchos conocen a alguien que estuvo ahí, o a alguien que conoce a alguien que estuvo ahí. El punto es que Santos está en la final, pero La Laguna ya no es la misma.

Se pierden los primeros goles… pero al fin llegan

Sigue el caos para poder llegar al TSM

Nota publicada el 16 de mayo en El Siglo de Torreón

El sol que pega de frente. El viento que no sopla. Las nubes que no ayudan. El aire acondicionado dejó de funcionar y en muy mala hora. Un poco de humo empieza a salir del cofre y el coche empieza a matarse. Es momento de apagar el motor, porque la fila de autos no parece tener fin. Lo bueno que apenas son las 5:00, hay tiempo para llegar al estadio.
Pero ni el de Arce, ni el primero del “Guti”, ni el de Darwin. Los cientos de aficionados que no alcanzaron a llegar al inicio del partido se perdieron los primeros 3 goles que Santos le metió ayer a Morelia. Y tampoco vieron el único que logró el visitante la tarde de ayer, en que el marcador favoreció a los de casa por 7 a 1.
Y es que en medio del solazo y una temperatura que rebasaba fácil los 35, pero que se sentía superior a los 40 grados, una interminable fila de autos luchaba por llegar al Territorio Santos Modelo (TSM), iniciando desde el Sistema Vial Centenario y hasta las puertas del nuevo estadio que verá por primera vez una final.
Una camioneta, un auto compacto, otros coches no tan nuevos, fueron algunos de los que se quedaron a medio camino por sobrecalentamiento de sus motores. No faltó quien optara por mal estacionar su “mueble” a un lado de la carretera y mejor seguirle a pie hasta el estadio. A como diera lugar llegar.
Quienes continuaron desde su auto y sí traían aire acondicionado, mejor le bajaron a la ventanilla porque ya era mucho tiempo y la gasolina no se daría abasto, a juzgar por el puente de la Ibero que se veía atiborrado y sin prosperar. Los que se vieron más listos, agarraron por la lateral de abajo y a pesar del semáforo avanzaron más rápido.
A vuelta de rueda, pero ya se alcanzaba a ver la casa de los Guerreros. Y las edecanes por doquier y sin parar de bailar, como si no sintieran el sol y el calor que venía afligiendo a los conductores.
“Ya no hay allá”, indicaban los cuidacoches para que los automovilistas se decidieran a estacionarse de una vez. Cansados y crédulos algunos accedían, pero mucho más continuaban el calvario con la idea de encontrar un lugar mejor, más seguro y más cercano para dejar su carro.
De pronto los claxon alertaron del primer gol. Unos eufóricos, los otros enojados por perderse la anotación. “¿De quién fue?”, preguntó uno desde su camioneta. “De Arce”, le contestó otro desde su coche.
Ya muy cerca del nuevo Corona se escuchó un lamento generalizado. Era el empate, el único gol de los Monarcas, vía Luis Gabriel Rey al minuto 5. Otra vez el coraje porque seguía la lucha por llegar, ahora en medio de peatones y vendedores ambulantes que se cruzaban como si fueran de hule.
Por fin un lugar para estacionarse, luego de pagar los respectivos 40 pesos. Ya sólo faltaba caminar o más bien correr hasta la entrada del estadio. Y en eso “¡goooooo!”, otra anotación y sin poder ingresar. Ya era el minuto 12, el marcador 3 a 1 y aunque se habían perdido 4 goles, bien valió la pena llegar, pues la cuenta apenas comenzaba.

“Oswaldo, Oswaldo, Oswaldo”

Reclama la afición a Javier Aguirre la convocatoria del portero santista

Nota publicada el 18 de marzo en El Siglo de Torreón

“Aguirre: ahí está Oswaldo”. La afición reclamó con todo al técnico nacional la convocatoria del portero santista. Especialmente, luego de la anotación de los coreanos en el marco de Guillermo Ochoa.
Y Oswaldo Sánchez, quien disfrutaba el partido desde la tribuna del Estadio Corona, pronto hizo la finta que se bajaba al terreno de juego, respondiendo a ese reclamo unánime de su afición.
Aguirre, inmutable. Mientras, Ochoa nervioso, trataba de que no se le escurriera un gol más. La presión estaba sobre él. Ni en su casa, el Azteca, le había pasado algo así. Allá siempre es el héroe, aquí era un visitante un tanto incómodo.
“Oswaldo, Oswaldo, Oswaldo”. Aguirre no puede hacer más oídos sordos. Faltan otros partidos de preparación y cuando menos la afición lagunera ya trató de darle un empujoncito a su querido portero. La decisión a final de cuentas será del “Vasco”.

Blanco, de nuevo


La afición lagunera se rinde ante el número 10 de la Selección Nacional

Nota publicada el 18 de marzo en El Siglo de Torreón

Impecable, directo, furtivo. El gol de Cuauhtémoc Blanco traspasó las redes coreanas y la multitud se rindió ante el “Temo”.
Como un verdadero “Guerrero”, el número 10 hizo su acostumbrado festejo, mientras la ola empezaba a recorrer las tribunas del nuevo Estadio Corona y se escuchaba de fondo el son mexicano.
Parecía que el partido recién empezaba, aunque en realidad era el inicio pero de la segunda parte. Y es que el gol refrescó el ambiente, que por momentos se perdía entre el letargo de las jugadas.
Lo bueno que el “Temo” le puso sabor al partido antes de salir de cambio, momento en el que todo el estadio se puso de pie para reconocer a quien alguna vez fuera Guerrero “verdiblanco”. Porque la afición no olvida la Liguilla del Torneo Apertura 2008, cuando Blanco vino a reforzar las líneas santistas, mientras estaba en descanso del Chicago Fire.
Dejó todo listo para que Javier “el Chicharito” Hernández siguiera con los goles, aunque nunca contó con el susto que se llevó el portero Guillermo Ochoa, con la sorpresiva anotación de los coreanos.