lunes, 24 de mayo de 2010

Fría Santosmanía

Pocos laguneros salen a las calles a celebrar el pase a la final

Nota publicada el 16 de mayo en El Siglo de Torreón

Será que La Laguna tiene miedo. O será que ya se acostumbró a tener un equipo campeón. El punto es que muy pocos salieron a festejar el pase a la final. Y eso que el 7-1 (10-4 global) fue más que contundente. Y eso que se logró en casa.
No, la Santosmanía ya no es la misma. La Morelos, el Paseo de la Rosita y la Alameda no lucieron como en el Clausura 2008, cuando Santos derrotó a Monterrey y llegó a la final para imponerse al Cruz Azul y conseguir el tercer campeonato. El “Santos, Santos, Santos” recorría Torreón, Gómez y Lerdo, que a su paso se inundaban con los colores de casa. Hoy, una que otra bandera ondeaba de uno que otro auto que se atrevió a pitar.
Mucho menos se asemeja a los pases del Verano 2001 y del Invierno 1996, cuando se lograron la segunda y primera corona, respectivamente. Lo mismo chicos que grandes se reunían para entonar los cánticos guerreros, hacer sonar el tambor batiente, pintarse los rostros en verde y blanco. Hoy sólo en el Paseo de la Rosita, y eso sólo a la altura de la Central, se juntaron unos cuantos, más jóvenes que otros, y en medio de una penumbra obligada por la luz pública sin funcionar se acercaban a los autos para tratar de tambalearlos, sin que el intento causara mucho eco entre los presentes.
Esta celebración está tan distante como los 16 años que han transcurrido desde el primer pase a una final, en tiempos de Héctor Adomaitis, Antonio Apud o Richard Zambrano. “Duro Santos, duro, duro, Santos duro” se convirtió en algo así como un himno en aquella célebre temporada 93-94. Todo mundo quería hacer sentir su apoyo al equipo y empezaron las pintas a los carros, con leyendas como “Santos te quiero más que a mi vieja” o el simple “Santos campeón”. Ahora sigue la costumbre, pero por mucho en menor medida.
Y eso que ahora la celebración no es para menos. El equipo de casa está de nuevo en una final, apenas 2 años después de la última. Y con un pase histórico: un marcador global de 10 goles a 4. Pero la inseguridad se ha apoderado de las calles.
No faltó uno que otro optimista, que sacó su bandera verdiblanca, subió a su familia a la camioneta y empezó a sonar el claxon. Pero circulaba casi, casi en solitario.
Eso sí, por todos lados laguneros con su camiseta verdiblanca. Esa es la forma más sencilla y más común de apoyar.
¿Euforia? Sí, pero en el estadio. Afuera el festejo es más reservado. Tampoco es para menos. No han transcurrido ni 24 horas después de la tragedia en un antro de Torreón. Muchos conocen a alguien que estuvo ahí, o a alguien que conoce a alguien que estuvo ahí. El punto es que Santos está en la final, pero La Laguna ya no es la misma.

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