domingo, 20 de julio de 2008

Un tributo al DVR caído


Polémico desde su origen, el Distribuidor Vial Revolución fue demolido con explosivos el domingo 30 de junio, pero no fue hasta el siguiente día cuando cayó por completo. A final de cuentas no fue tan endeble como se pensaba, pero sí molesto aún después de quedar en pedazos, pues los automovilistas seguirán con los rodeos para atravesar sus ruinas durante muchos días más. Aquí un recuerdo de la extinta obra. (Foto Vanguardia)


Cuarenta y cinco grados. Doce y media del día. Hora pico. A la izquierda un tráiler trata de meterse en uno de los dos carriles que han quedado para la circulación. Por la derecha, un autobús de pasajeros intenta lo mismo. Hay que tener mucha pericia y nervios de acero para no sucumbir ante ellos, ni tampoco ante los autos que presionan atrás como si adelante estuviera el camino libre. Es el pan de cada día para atravesar el agonizante Distribuidor Vial Revolución (DVR). A ambos lados del camino hombres y máquinas trabajando. Parece poco esquivar los coches para además sortear los pedazos de escombro que de vez en cuando caen sin previo aviso. Y no queda de otra para quienes tratan de llegar desde el oriente hacia el centro de la ciudad, porque aunque su destino sea un lugar más cercano, sin remedio tendrán que pasar por la tan presumida vía del extinto gobierno de Enrique Martínez y Martínez, que se ha convertido en más que una vergüenza y hoy ve sus últimos días al ser derrumbada debido a las fallas en su construcción.
Que quiénes son los culpables o que cuánto se ha invertido en la obra, son las últimas cosas en las que piensa un conductor cuando tiene que trasladarse de Jardines Universidad, Valle Oriente o Ciudad Nazas hacia el centro de Torreón. Lo primero es ganarle el paso al de al lado, lo segundo es aguantar el inclemente sol, lo tercero es llegar a tiempo al trabajo o a la escuela. Una botella de agua congelada sirve, pero a la vez estorba a la hora de meter velocidad cuando el semáforo cambia a verde.
Frente al panteón Jardines del Tiempo empieza la odisea. Muros de concreto marcan que de cuatro, el camino ha pasado a ser de dos carriles. No falta el listo que quiere seguir en el tercero y aprovechar la lentitud del que sea para meterse a los permitidos. Tampoco falta el que pretende dar vuelta a la izquierda desde el primer carril a la derecha, lo que permite que sólo alcancen la luz verde unos cuantos. Durante todo el día hay tránsitos, que al parecer sólo tienen como objetivo observar la acción, encandilados por el ardiente astro rey.
Cuando finalmente se logra atravesar el primer obstáculo, hay que tener mucho cuidado para seguir hacia delante, pues por la derecha siempre van los camiones haciendo alto sin avisar para recoger pasaje y por la izquierda todo mundo quiere pasar, igualmente sin decir “agua va”.
Una vez que la circulación se abre nuevamente a cuatro carriles hay que redoblar las precauciones: De la izquierda siempre están dando vuelta en “U” los que vienen de la carretera a Mieleras, supuestamente dirigidos por otros vigilantes de la vialidad, además de que la señalización es tan vaga que nunca se sabe qué camino tomar. A eso hay que sumar que en cualquier momento puede caer un pedazo de escombro y, en el mejor de los casos, dañar el auto.
No se ha recorrido ni la mitad del camino, porque luego viene la curva peligrosa frente a la tienda de autoservicio. Ahí tráileres se dan vuelo tentando a su “punto ciego”, mientras autos compactos se escapan de milagro esperanzados en que bajen la velocidad con las pequeñas boyas al principio del periférico. La circulación es otra vez muy lenta, pero cuando menos la parte que todavía se alza del DVR protege del sol a los afortunados de la izquierda. Para ese momento, el cabello ha terminado de secarse luego del baño apresurado antes de salir de casa, en contraparte con la camisa que ahora está empapada de sudor.
Es tiempo de dar vuelta en “U” sobre el periférico, a la altura de la avenida Allende y teniendo como marco el famoso Torreón del Porvenir, la escultura que pasa desapercibida ante la necesidad de incorporarse a la vía en medio del pesado tráfico. Muchos se adelantan para entrar, pero lo único que consiguen es que todo mundo avance más lento. De pronto se encuentran con que la Juárez, que venía sirviendo de vía alterna, ya ha sido cerrada a la circulación porque ahora será otro centro más de operaciones para continuar con la obra. Un camión de carga se asoma peligrosamente y obstruye el carril derecho, lo que provoca que quienes vayan por ahí traten de cambiarse de último momento a la izquierda. Los claxónes evocando al diez de mayo no se hacen esperar, los autos chicos son los más nerviosos pues tráileres y autobuses nunca se detienen, sabedores de que las llevan de ganar.
Parece ser la última recta, pero no por ello la más fácil. Precisamente, es quizá el tramo más lento y por lo mismo largo, ya que quienes vienen del periférico y pretenden tomar la carretera Torreón-Matamoros se topan con un “alto” forzoso, al incorporarse a la misma vía de quienes transitan del centro al oriente.
Esperar, no queda de otra, a que poco a poco avance la fila. Resulta difícil de creer que no conformes con todas las trabas del camino, a los camioneros se les ocurra subir o bajar pasaje en cualquier momento, total no hay nada ni nadie que se los impida.
Lo que queda del Distribuidor Vial Revolución empieza a quedar atrás. El semáforo del bulevar Rodríguez Triana está en verde y parece que la suerte empieza a cambiar… hasta que muros de concreto señalan que el camino será nuevamente de dos carriles, un poco antes de llegar a la Francisco Sarabia. Aquí, otra vez hombres y máquinas trabajando. Todavía no terminan de demoler el DVR y ya empezaron a proyectar al que será su sustituto. El nuevo suplicio termina hasta el cruce con el bulevar de Las Torres. Bueno, eso hasta que no se los ocurra abrir o cerrar otro tramo. Es una historia que se repite hasta tres veces al día para quienes van y vienen de la casa al trabajo o la escuela, agravada en cada hora pico y muy especialmente cuando pega con todo el sol.
Quienes pensaron que el calvario de desviaciones había concluido con la inauguración de la promocionada obra en enero de 2004, nunca imaginaron que la historia se repetiría tres años después y por mucho más que la del año y medio que duró la obra en aquella ocasión, pues aunque hace más de 365 días que los viaductos están cerrados a la circulación, todavía faltan muchos otros para que concluya la demolición y otros tantos para que finalmente esté terminado el Sistema Vial Revolución que lo sustituirá.

3 comentarios:

alonso dijo...

Excelente reportaje, me quedaría corto diciéndote lo mucho que te admiro y lo mucho que me gusta cómo escribes.

TE AMO BB

ALONSO

Solferino dijo...

Hola Miriam!

excelente redacción como siempre, no he ido para allá pero me imaginé perfectamente como estuvo y esta la cosa.
tqm!

elii

Anónimo dijo...

Hola Miri =)

Bueno yo creo que no esta demás decirte que estoy muy deacuerdo con los anteriores comentarios, me parece espectacular esta habilidad que tienes para escribir sobre algo, enhorabuena amiga, no te imaginas los buenos momentos que paso leyendo tus reportajes, aunque esta es la primera vez que hago acto de presencia en los comentarios.Me declaro tu fiel admiradora =).

Es una pena ver en lo que ha terminado la que en su día fue vendida como "una obra para siempre". En fin, lastima de dinero desperdiciado.

BESITOS!


YURI